El turbocompresor o “turbo” como se le conoce comúnmente, es un sistema de sobrealimentación que se sirve de una turbina para comprimir el aire limpio del exterior e insertarlo en el motor para que la combustión en los cilindros genere más energía. Esto permite que la potencia del motor aumente sin la necesidad de incrementar su tamaño o la cilindrada.
Como toda pieza de un motor, es sensible a las averías, por ello vamos a explorar cuáles son las principales causas de que eso ocurra. Desde objetos extraños hasta la lubricación y la inyección.
Una inyección excesiva o irregular
En los motores diésel la bomba de inyección es la encargada de suministrar la cantidad justa de combustible que el motor es capaz de quemar. Si se diese el caso de una emisión excesiva, la temperatura podría subir demasiado en el momento de la combustión y haría que el “turbo” fuera quien absorbiera ese calor, produciendo su avería.
Objetos extraños en su interior
La inserción accidental de objetos dentro del motor y el turbocompresor también puede causar graves averías en el sistema. Con respecto a ello hay que distinguir tres orígenes distintos:
- Suciedad en el filtro de aire: cuando el filtrado del aire falla por un filtro con exceso de suciedad o defectuoso, el objeto o cuerpo extraño puede introducirse en el sistema. Esto termina ocasionando una erosión en la turbina compresora y su posterior avería. Lo ideal es sustituir periódicamente los filtros por unos nuevos y de calidad.
- Montaje defectuoso: en ocasiones, durante el montaje de un turbo se pueden colocar tuercas, gomas y alambres en el sistema, lo que puede ocasionar Incluso que la misma carcasa se desprenda y que provoque daños en las turbinas compresoras.
- Residuos en el motor: El objeto también puede provenir del escape o del mismo motor, como el carbón acumulado (carbonilla), picos de inyector o cualquier otro cuerpo extraño y residuo.
La lubricación también es importante
La falta de aceite puede afectar negativamente al turbocompresor. Además de su función lubricante, el aceite también actúa como refrigerante, lo que puede ocasionar una subida excesiva de la temperatura si no tenemos suficiente cantidad en el sistema, y una posterior avería.
También hay que tener en cuenta que el sellado de las juntas llevado a cabo en el circuito de aceite puede desprenderse. Si esto ocurre, el aceite podría entrar en contacto con el turbocompresor y provocar su deterioro o avería.
A todo esto hay que añadirle que los aceites de baja calidad pueden tener un efecto adverso en el sistema del turbo, tanto por una composición inadecuada como por un bajo índice de lubricación o refrigeración.
La importancia de un mantenimiento adecuado en nuestro turbocompresor es de vital importancia para su correcto funcionamiento. Los vehículos suelen sacar mucho partido de este sistema que aumenta la potencia del motor y por ello es necesario conocer de donde vienen sus averías y cómo identificarlas.