El calor del verano afecta negativamente a nuestro coche llegando incluso a restarle potencia al motor. Esto, a pesar de ser inevitable, no quiere decir que no podamos llevar a cabo algunas prácticas para evitar males mayores en nuestro vehículo.
En este artículo vamos a ver diferentes consejos y medidas que podemos adoptar para alargar la vida útil de nuestro vehículo al mismo tiempo que disfrutamos de una buena conducción a pesar de las altas temperaturas.
Vigilando la temperatura de nuestro motor
En verano debemos estar atentos al indicador de temperatura de nuestro motor (en el salpicadero, justo al lado del velocímetro) evitando en todo momento que la aguja del indicador llegue a la zona roja. Si esto ocurre, tendremos que poner remedio lo más rápido posible, o la integridad de nuestro motor correrá peligro y sufriremos una avería mayor.
Una solución es activar la calefacción del coche al máximo nivel posible, lo que hará que el calor del motor se libere pudiendo aliviar la carga térmica hasta que llegue la ayuda y podamos transportar nuestro vehículo a un taller.
La clave está en los frenos
En la mayoría de vehículos los frenos funcionan mediante la fricción entre unas pastillas y un disco colocado en las ruedas. Esta fricción genera un calor muy elevado (en coches de competición es típica la imagen del disco al rojo dentro de las ruedas) que en verano puede ser aún mayor, y puede ocasionar la deformación de las pastillas de frenos y el deterioro del líquido de frenos.
Para evitar esto debemos intentar mantener una conducción suave y utilizar marchas cortas para evitar el tocar los frenos lo máximo posible.
Un vistazo a la carrocería
El deterioro de la carrocería y los plásticos protectores de los paragolpes y retrovisores es inevitable debido al paso del tiempo. En verano este deterioro se acentúa aún más por la incidencia del sol directa en nuestro vehículo sumado a las altas temperaturas.
A veces la solución ideal es mantener nuestro vehículo bajo techo, pero cuando esto no sea posible, una lona o “manta” protectora que cubra nuestro vehículo cuando vaya a pasar grandes jornadas al sol será ideal.
Neumáticos bajo presión
El verano es una prueba de durabilidad exigente para nuestros neumáticos.A la elevada temperatura del asfalto debemos sumarle la provocada por el rodamiento rápido de las ruedas y una presión baja en ellas. Esto hace que la banda de rodadura se caliente por encima de lo esperado y la vida útil del neumático se reduzca hasta en un 15%.
Lo ideal para evitar esto es revisar en todo momento que nuestros neumáticos cuenten con una presión adecuada.
Lo importante está en el interior
Cuando no tenemos más remedio que aparcar nuestro coche durantes horas bajo el implacable sol del verano, el interior llega a alcanzar temperaturas de hasta 60º Centígrados.
Esto hace que a la larga las piezas del salpicadero se lleguen a deformar por el exceso de calor, y que las partes donde incide directamente se pierdan su color por el efecto “sunfade”.
Para evitarlo, lo ideal es aparcar nuestro coche bajo sombra, o en caso contrario utilizar un parasol.
A pesar de las altas temperaturas del verano y el estrés al que someten a nuestro vehículo, vemos como hay pequeños trucos que podemos llevar a cabo para evitar averías, deterioros e incomodidades a la hora de conducir, disfrutando así de nuestro coche en un estado óptimo durante más tiempo y alargando su vida útil.